Mentirme a mi que estudie con pinocho

Pinocho miente

Skip to main contentUnlimited Knowledge Awaits.SubscribeLos mentirosos tienden a parecer más tensos, y sus historias deslucidas suelen ser escasas en detalles. Crédito: José Luis Peláez Inc. Getty ImagesPublicidadEn resumenLa mentira es uno de los logros más sofisticados y exigentes del cerebro humano. Los niños tienen que aprender a mentir; las personas con ciertos tipos de lesiones en el lóbulo frontal pueden no ser capaces de hacerlo.

La mayoría de las personas tienen problemas para reconocer las declaraciones falsas. Algunas pruebas poligráficas lo hacen mejor, pero están lejos de ser perfectas. Los investigadores intentan utilizar métodos de imagen para distinguir la verdad de la mentira. La actividad intensificada en el córtex prefrontal puede ser un indicador del proceso por el que decidimos mentir o no, pero no nos dice nada sobre la mentira en sí.

Un hombre de 51 años al que llamaré “Sr. Pinocho” tenía un extraño problema. Cuando intentaba decir una mentira, a menudo se desmayaba y tenía convulsiones. En esencia, se convertía en una especie de Pinocho, la marioneta de ficción cuya nariz crecía con cada mentira. Para el paciente, las consecuencias eran demasiado reales: era un alto funcionario de la Comunidad Económica Europea (sustituida desde entonces por la Unión Europea), y sus interlocutores se daban cuenta inmediatamente de que estaba faltando a la verdad. Su estado, síntoma de una rara forma de epilepsia, no sólo era peligroso, sino que perjudicaba su carrera.

La nariz de Pinocho crece

La verdad es que… todo el mundo miente.    Niños pequeños, adolescentes y adultos. Si lo niegas, probablemente estés mintiendo.    Las pequeñas mentiras se llaman “mentiras”.    Las grandes mentiras se llaman “whoppers”, y las mentiras necesarias se llaman “blancas”.    Hmmm.

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Vivimos en una cultura en la que mentir es algo habitual… de la misma manera que los peces viven en una cultura que está mojada.    Según el libro The Day America Told the Truth, el 91% de los estadounidenses encuestados admitieron que mienten habitualmente. De media, mentimos unas dos veces al día.    Por desgracia, eso es más a menudo de lo que la mayoría de nosotros se cepilla los dientes.    Cuando nuestros padres están entre la espada y la pared, las mentiras y los clichés se deslizan por la punta de la lengua como un político antes del día de las elecciones.

Nos hemos convertido en una nación de “padres Pinocho”.    Poco después de aprender a caminar, aprendimos a mentir (“Mamá, yo no lo hice”). Más adelante, hemos aprendido a decir mentiras sobre el dinero (“El cheque está en el correo”), mentiras sobre las matemáticas (“Acabo de cumplir 39 años”), mentiras sobre la medicina (“El médico te llamará enseguida”), mentiras sobre el trabajo (“Hoy no puedo ir a trabajar, estoy enferma”) y mentiras necesarias (“¿Gorda? No cariño, te queda muy bien ese conjunto”).

Efecto Pinocho

La paradoja de Pinocho surge cuando Pinocho dice “Ahora me crece la nariz” y es una versión de la paradoja del mentiroso.[1] La paradoja del mentiroso se define en filosofía y lógica como la afirmación “Esta frase es falsa”. Cualquier intento de asignar un valor de verdad binario clásico a esta afirmación conduce a una contradicción, o paradoja. Esto ocurre porque si la afirmación “Esta frase es falsa” es verdadera, entonces es falsa; esto significaría que es técnicamente verdadera, pero también que es falsa, y así sin fin. Aunque la paradoja de Pinocho pertenece a la tradición de las paradojas de los mentirosos, es un caso especial porque no tiene predicados semánticos, como por ejemplo “Mi frase es falsa”[2].

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La paradoja de Pinocho no tiene nada que ver con que Pinocho sea un mentiroso conocido. Si Pinocho dijera “Me estoy poniendo enfermo”, esto podría ser verdadero o falso, pero la frase de Pinocho “Ahora me crece la nariz” no puede ser ni verdadera ni falsa; por lo tanto, ésta y sólo ésta frase crea la paradoja de Pinocho (mentiroso).

Pinocho es el héroe de la novela infantil de 1883 Las aventuras de Pinocho, del autor italiano Carlo Collodi. Pinocho, una marioneta animada, es castigado por cada mentira que dice con un nuevo crecimiento de su nariz[3] No hay restricciones en la longitud de la nariz de Pinocho. Crece a medida que dice mentiras y, en un momento dado, crece tanto que ni siquiera puede pasar la nariz “por la puerta de la habitación”[4].

Pinocho español

Sin embargo, incluso con estos avances, estos dispositivos pueden ser engañados para que vean las mentiras como verdades con la suficiente preparación. Sí, estos dispositivos siguen siendo muy poco fiables como para confiar en ellos en un tribunal donde las vidas pueden cambiar para siempre.

Mentir es nuestra forma de pintar una imagen mejor de nosotros mismos. Psicológicamente, mentimos para intentar convertirnos en la persona que deseamos y ocultar la que realmente somos. Pero al asociar nuestras fantasías a nuestras realidades, nuestro cerebro nos delata inconscientemente.

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Sólo controlamos conscientemente el 5% de nuestra función cognitiva y el 95% restante ocurre subconscientemente… sí, más allá de nuestra conciencia. La literatura “Reality Monitoring” también afirma que las experiencias imaginadas se comunican con una calidad diferente en comparación con las experiencias reales. En resumen, la mentira puede alterar el uso del lenguaje.

La persona se refiere menos a sí misma cuando crea declaraciones deshonestas, y suele centrarse más en los demás en su discurso, distanciándose de su propia mentira. Además, los mentirosos suelen utilizar el punto de vista de la tercera persona en sus discursos.

Por James Ávalos Escobedo

Soy James Ávalos Escobedo, fotógrafo profesional y ganador de diferentes concursos de fotografía. Me gusta mucho en especial sacar fotos de animales y paisajes, pero en mi empresa también nos dedicamos a sacar fotos en eventos especiales.

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